DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA
Concilio de Nicea I
El primer Concilio ecuménico se celebró en el año 325 en Nicea (en turco: İznik), ciudad de Asia
Menor, en el territorio de la actualTurquía, y de la que recibe el nombre por el que es conocido, Concilio de Nicea I. Fue
convocado por el emperador romano Constantino I el Grande, por consejo del obispo Osio de Córdoba.
Convocatoria
El emperador
Constantino I acababa de imponer su dominio sobre la totalidad del Imperio Romano después de vencer a Licinio. Previamente, Constantino ya había
dado muestras de sus simpatías por el cristianismo al
dictar el Edicto de Milán del año 313, que daba a los cristianos
libertad para reunirse y practicar su culto sin miedo a sufrir persecuciones.
No obstante, el emperador era consciente de las numerosas divisiones que
existían en el seno del cristianismo, por lo que, siguiendo la recomendación de
un sínodo dirigido por Osio de Córdoba en ese mismo año, decidió convocar un
concilio ecuménico de obispos en la ciudad de Nicea, donde se encontraba el
palacio imperial de verano. El propósito de este concilio debía ser establecer
la paz religiosa y construir la unidad de la Iglesia cristiana.1
En aquellos momentos,
la cuestión principal que dividía a los cristianos era la denominada controversia arriana, es decir, el debate
sobre la naturaleza divina de Jesús. Un sector de los cristianos, liderado
por el obispo de Alejandría, Alejandro,
y su discípulo y sucesor Atanasio,
defendía que Jesús tenía una doble naturaleza, humana y divina, y que por tanto
Cristo era verdadero dios y verdadero hombre; en cambio, otro sector liderado
por el presbítero Arrio y por el obispo Eusebio de Nicomedia,
afirmaba que Cristo había sido la primera creación de Dios antes del inicio de
los tiempos, pero que, habiendo sido creado, no era dios mismo.
Este fue el primer
concilio general de la historia de la Iglesia cristiana, a excepción del
llamado concilio de Jerusalén del siglo I, que había reunido a Pablo de Tarso y sus colaboradores más allegados con
los apóstoles de Jerusalén encabezados
por Santiago el Justo y Pedro.
El Concilio
Aunque todos los
obispos cristianos del Imperio fueron formalmente convocados a reunirse en
Nicea, en realidad asistieron alrededor de 300 (según Atanasio), o quizá un
número ligeramente inferior.2 La
mayoría de los obispos eran orientales, si bien participaron también dos
representantes del papa Silvestre I. El concilio fue presidido por
Osio de Córdoba. También estuvo presente Arrio y algunos pocos defensores de
sus posiciones teológicas. La posición contraria a Arrio fue defendida, entre
otros, por Alejandro de Alejandría y su joven colaborador, Atanasio.
Constantino, aunque
simpatizaba con los cristianos, no se bautizó hasta
que se hallaba en su lecho de muerte. Sin embargo, aparentemente ya se había
convertido al cristianismo tras su victoria militar sobre Majencio en
312, ya que había invocado al dios de los cristianos antes de la batalla. Por
ello interpretó su victoria como indicio de la superioridad del dios cristiano,
aunque se guardó de compartir esta interpretación con sus tropas.3
El
papel de Constantino en el concilio
La visión que presenta Eusebio de Cesarea en su obra Vida de Constantino: el
emperador participando e influyendo activamente en el desarrollo del concilio.
Sin embargo, el autor J. M. Sansterre, en su obra Eusebio de Cesarea y el nacimiento
de la teoría cesaropapista, ha rebatido esta posición, señalando que la
actuación de Constantino fue respetuosa de los temas que eran de estricta
competencia de los padres conciliares. Esto se ve reforzado por los artículos
de la Enciclopedia Católica,
que sostiene que Constantino nunca pudo influir sobre los temas teologales, ya
que su formación a este respecto era prácticamente nula. Por el contrario,
sostiene la misma fuente, Constantino se encargó de dar el marco físico y
político al concilio, con el fin de evitar que los disensos dogmáticos (herejías) pudiesen desembocar de hecho en una
fractura política del Imperio.
Consecuencias
Después de Nicea los
debates sobre este asunto siguieron por décadas y el propio Constantino y sus
sucesores fueron alternando su apoyo entre los arrianos y los partidarios de
las resoluciones de Nicea. Finalmente, el emperador Teodosio estableció el credo del Concilio de Nicea como la norma
para su dominio y convocó el Concilio de
Constantinopla en 381
para aclarar la fórmula. Aquel concilio acordó colocar al Espíritu Santo en el mismo nivel de Dios y de Cristo
y empezó a perfilarse la doctrina
trinitaria.
Referencias
1.E. Mitre, Ortodoxia y herejía: Entre la Antigüedad y el Medievo, Cátedra, 2003, págs. 60-61.
2.Cf. B. Llorca Vives, Historia de la Iglesia católica. I: Edad Antigua: la Iglesia
en el mundo grecorromano, BAC,
Madrid 1990, 7ª ed., p. 388.
3.Véase Henri-Charles Puech (Ed.), Las religiones en el mundo mediterráneo y en el Oriente
Próximo, Vol. I: Formación de las religiones universales y de salvación. Siglo XXI, 4ª ed., Madrid, 1985, págs 416-18.
Constantino I (emperador)
Flavio Valerio Aurelio
Constantino2 (Naissus, 27 de febrero de c. 2721 – Nicomedia, Bitinia y Ponto, 22 de mayo de 337)
fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas
el 25 de julio de 306,
y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte. Se le
conoce también como Constantino
I, Constantino el Grande o, en la iglesia ortodoxa, las antiguas
iglesias orientales y
laiglesia
católica bizantina griega, como san
Constantino.
Legalizador de la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313,
Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio(actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o Constantinopla (Constantini-polis; la ciudad de
Constantino). Convocó el Primer Concilio de
Nicea en 325,
que otorgó legitimidad al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se
considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los
historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como
el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en
su lecho de muerte, tras un largo catecumenado.
Biografía
Constantino nació en
Naissus (la actual ciudad de Niš),
hijo de Constancio Cloro, y su primera esposa Helena.
En 292 el padre de Constantino se casó, en
segundas nupcias, con Flavia Maximiana Teodora, hija del emperador romano de
occidente Maximiano. Teodora daría a Constantino seis
hermanastros.
Constantino y el
cristianismo
Seguramente,
Constantino sea más conocido por ser el primer emperador romano que autorizó el
culto cristiano. Los historiadores cristianos desde Lactancio se decantan por un Constantino que
adopta el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano. El
historiador y filósofo Voltaire, no obstante, aseguró que «Constantino no era
cristiano» y «no sabía qué partido tomar ni a quién perseguir».3
Su reinado llegó a ser
un momento crucial en la historia de la Iglesia católica, en la cual
Constantino sería bautizado hasta hallarse en su lecho de muerte. Constantino
es llamado, por su importancia, el «decimotercer apóstol» en las Iglesias orientales.
Política religiosa
Su relación con el
cristianismo fue difícil, ya que fue educado en la adoración del Dios Sol (Sol
Invictus), cuyo símbolo portaba y cuyo cultoestaba asociado
oficialmente al del emperador.4
Su conversión, de
acuerdo con Eusebio de Cesarea en su Vita Constantini, fue el
resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión,
Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que
llamaría Lábaro.
La visión de Constantino se produjo en dos partes: En primer lugar, mientras
marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol. Tras esto,
tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte,
ya que vio una cruz con la inscripción «In hoc signo vinces» («Con este
signo vencerás»). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército,
venció a Majencio. Se dice que tras estas visiones y por el resultado militar
de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al
cristianismo.
Se piensa que la
influencia de su familia fue en parte la causa de su adopción del cristianismo.
Se dice de su madre Elena, que probablemente naciera en una
familia cristiana, aunque no se sabe prácticamente nada de su entorno,
exceptuando que su madre era hija de un mesonero y que su padre fue un exitoso
soldado, una carrera que excluía la práctica abierta del cristianismo pues el
culto contemporáneo de los soldados era el mitraísmo (adoración de Mitra). Se sabe sin embargo que Elena realizó
en sus últimos años numerosas peregrinaciones. (Véase: Fiesta de las Cruces.)
Poco después de la
batalla del Puente Milvio, Constantino entregó al papa Silvestre I un palacio romano que había
pertenecido a Dioclecianoy
anteriormente a la familia patricia de los Plaucios Lateranos, con el encargo
de construir una basílica de culto cristiano. El nuevo edificio
se construyó sobre los cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio,
los Equites singulares, convirtiéndose en sede
catedralicia bajo la advocación del Salvador, substituida ésta más tarde por la
de San Juan. Actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. En324 el emperador hizo construir otra basílica en
Roma, en el lugar donde según la tradición cristiana martirizaron a San Pedro:
la colina del Vaticano, que actualmente acoge a la Basílica de San Pedro. En el 326, apoyó financieramente
la construcción de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
En febrero del año 313, y probablemente
aconsejado por el obispo de Córdoba Osio, Constantino se
reunió con Licinio en Milán,
donde promulgaron el Edicto de Milán,
declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección. Con
ello, se retiraron las sanciones por profesar el cristianismo, bajo las cuales,
muchos habían sido martirizados como consecuencia de las persecuciones a los
cristianos y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. El edicto
no sólo protegió de lapersecución religiosa a los cristianos, sino que sirvió
también para las demás religiones, permitiendo que cualquier persona pudiese
adorar a la divinidad que eligiese. Un edicto similar ya se había emitido en el
año 311 por Galerio, entonces emperador,
primero entre sus iguales, de la tetrarquía. El edicto de Galerio concedía a
los cristianos el derecho a practicar su religión, pero no a recuperar los
bienes confiscados.5 El Edicto de Milán incluía varias
cláusulas que establecían que todas las iglesias confiscadas durante la persecución de Diocleciano, serían
devueltas, así como otras disposiciones sobre los anteriormente perseguidos
cristianos. Sin embargo y de hecho, a partir de ese punto el cristianismo pasa
a adquirir el estatus de religión privilegiada y se inician las persecuciones a
las demás religiones.6
Tras el edicto se
abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a
competir con los paganos en el tradicional cursus
honorum para las altas
magistraturas del gobierno, otorgando privilegios al clero (exención, por
ejemplo, de ciertos impuestos), así como también ganaron una mayor aceptación
dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas
iglesias y los líderes cristianos alcanzaron una mayor importancia (como
ejemplo de ello, los obispos cristianos adoptaron unas posturas
agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras
religiones).
Por otra parte,
Constantino retendría el título de pontifex maximus hasta su muerte, un título que los emperadores romanos llevaban como cabezas visibles del
sacerdocio pagano. Según los escritores cristianos, Constantino se declararía
finalmente, a sí mismo, cristiano cuando tenía más de cuarenta años,
escribiendo a los cristianos para dejarles claro que creía que debía su éxito a
la protección del Dios cristiano.7
Constantino tampoco
patrocinaría únicamente al cristianismo. Después de obtener la victoria en la
batalla del Puente Milvio (312), mandó erigir un arco triunfal, el Arco de Constantino, construido en el 315 para celebrarlo. El arco que está
decorado con imágenes de la Victoria con
trofeos y sacrificios a dioses como Apolo, Diana, y Hércules,
no contiene ningún simbolismo cristiano.
En el 321, Constantino dio
instrucciones para que los cristianos y los no cristianos debieran estar unidos
en la observación del «venerable día del sol», que hacía referencia a la
esotérica adoración oriental al sol, que Aureliano había ayudado a introducir. Las
monedas todavía llevarían los símbolos de culto al sol (Sol Invictus) hasta el 324. Incluso después de
que los dioses paganos hubiesen desaparecido de las monedas, los símbolos
cristianos aparecían sólo como atributos personales de Constantino: Ji y Ro entre sus manos o en su lábaro, pero
nunca en la propia moneda.8 Incluso cuando Constantino dedicó la
nueva capital de Constantinopla, que se convertiría en la sede de la
cristiandad bizantinadurante
un milenio, lo hizo usando la diadema de rayos de sol de Apolo.
Constantino, siguiendo una extendida
costumbre, no fue bautizado hasta cerca de su muerte en 337, cuando su elección
recayó sobre el obispo arriano Eusebio de Nicomedia, quien a pesar de ser
aliado de Arrio, aún era el obispo
de la región. Eusebio era también amigo íntimo de la hermana de Constantino, lo
que probablemente asegurara su vuelta desde el exilio.
Aunque el cristianismo no se convertiría en
religión oficial del Imperio hasta el final de aquel siglo (un paso que daría Teodosio en
el 380 con elEdicto de Tesalónica), Constantino dio un gran
poder a los cristianos, una buena posición social y económica a su
organización, concedió privilegios e hizo importantes donaciones a laIglesia,
apoyando la construcción de templos y dando preferencia a los cristianos como
colaboradores personales.
Aunque el cristianismo
no se convertiría en religión oficial del Imperio hasta el final de aquel siglo
(un paso que daría Teodosio en
el 380 con elEdicto de Tesalónica), Constantino dio un gran
poder a los cristianos, una buena posición social y económica a su
organización, concedió privilegios e hizo importantes donaciones a laIglesia,
apoyando la construcción de templos y dando preferencia a los cristianos como
colaboradores personales.
Como
resultado de todo esto, las controversias de la Iglesia, que habían existido
entre los cristianos desde mediados del siglo
II, eran ahora aventadas en público, y frecuentemente de una
forma violenta. Constantino consideraba que era su deber como emperador,
designado por Dios para ello, calmar los desórdenes religiosos, y por ello
convocó el Primer Concilio de Nicea (20 de
mayo al 25 de
julio de 325)
para terminar con algunos de los problemas doctrinales que infectaban la
Iglesia de los primeros siglos, especialmente el arrianismo.
Durante las
discusiones de carácter teológico en el consejo de Nicea, por el análisis de
las cartas escritas por Constantino, se evidencia una gran carencia de
formación teológica, y los estudiosos descartan la posibilidad de que él pudiese
haber influido en la doctrina de la Iglesia debido justamente a este
desconocimiento en teología. Muchos se preguntan por qué el papa Silvestre I no
asistió a dicho concilio, siendo el más indicado para presidirlo.9 Por
esto algunos creen que Constantino establecía una nueva religión, transfiriendo
a ésta ornamentos paganos que les eran propios a los gentiles, adoptados y
santificados por la Iglesia, que no afectaban ni alteraban la doctrina y
enseñanzas cristianas de la Iglesia.10 De
todos modos, él inauguró el concilio vestido imponentemente, dio un discurso
inicial ataviado con telas y accesorios de oro, para demostrar justamente el
poderío del Imperio por un lado, y el apoyo e interés al concilio desde el
estado, por el otro. El estado proveyó de comida y alojamiento, e incluso de
transporte, a los obispos que convergieron a Nicea para el concilio. Por otro
lado, si bien habían existido concilios antes que el de Nicea, éste fue el
primer concilio ecuménico (universal), con la participación de alrededor de 300
obispos (la mayoría de habla griega), lo cual representó una minoría ya que en
todo el territorio del Imperio había cerca de 1000 obispos.11 La
importancia del mismo reside en la formulación del Credo Niceno (redactado en
griego, no en latín) que esencialmente permanece inalterado en su mensaje 1700
años después, y en establecer la idea de la relación estado-iglesia que
permitiría la expansión del cristianismo con una vitalidad inédita.
En sus últimos años de
vida también ejerció como predicador, dando sus propios sermones en el palacio
ante su corte y los invitados del pueblo. Sus sermones pregonaban al principio
la armonía, aunque gradualmente se volvieron más intransigentes hacia los
viejos modos paganos. Las razones para este cambio de postura son meras
conjeturas. Sin embargo, aun al final de su vida siguió permitiendo que los
paganos recibieran nombramientos públicos. Ejerciendo su poder absoluto, hizo
recitar al ejército sus pregones en latín en
un intento de convertir a la clase militar al cristianismo, cosa que no
consiguió. Comenzó un extenso programa de construcción de iglesias en Tierra Santa, lo que expandió de forma crucial
la fe cristiana y permitió un considerable incremento del poder y la influencia
delclero.
Veneración como santo
La Iglesia Ortodoxa venera a Constantino I como santo y le
dio el título de Equiapóstolico por sus servicios a la iglesia.12 Su
fiesta es el 21 de mayo. Las Iglesias
católicas orientales también
lo consideran un santo, pero no la Iglesia latina.
La persecución a los
paganos
En el año 314,
inmediatamente después de su plena legalización, la Iglesia cristiana ataca a
los paganos: en el Concilio
de Ancyra, se denuncia el culto a la diosa Artemisa. En 326Constantino
ordenó la destrucción de todas las imágenes de los dioses y la confiscación de
los bienes de los templos. Ya en 319 había prohibido la construcción de
nuevas estatuas de los dioses y que se rindiera culto a las existentes. Muchos
templos paganos fueron destruidos por las hordas cristianas y sus sacerdotes
fueron asesinados. Entre el año 315 y el siglo VI miles
de creyentes paganos fueron asesinados.13 Entre 316 y 326 se proclaman una serie de
disposiciones que favorecen al cristianismo frente a la religión tradicional
(prohibición de lasharuspicia,
la magia y los sacrificios privados, exención
fiscal a los clérigos cristianos, se otorga jurisdicción a los obispos...),
aunque el cristianismo no se convierte en la religión oficial delImperio romano hasta el Edicto de Tesalónica de 380.14 En Dydima,
Asia Menor, es saqueado el oráculo del dios Apolo y torturados hasta su muerte sus
sacerdotes paganos. También son desahuciados todos los paganos del monte Athos y
destruidos todos los templos paganos de ese lugar.
En el año 330 el emperador Constantino roba todos
los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, para llevárselos y decorar su Nova Roma (Constantinopla), su nueva capital del Imperio
romano.
Filicidio
Constantino fue
también conocido por su falta de piedad para con sus parientes consanguíneos y
afines, como por ejemplo la ejecución de su cuñado el Emperador romano de
OrienteLicinio en 325,
a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle antes de su rendición
el año anterior. En 326,
Constantino ejecutó también a su hijo mayor, Crispo y unos
meses después a su segunda esposa Fausta (Crispo
era el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina). Corrieron rumores
sobre una presunta relación entre hijastro y madrastra que supuestamente podría
haber sido la causa de la ira de Constantino, sin embargo, estos rumores sólo
se encuentran documentados por los historiadores Zósimo (siglo V) y Juan Zonaras(siglo XII) y sus fuentes no han sido
establecidas. Otra de las teorías sobre la muerte de Crispo fue que Fausta
estaba envidiosa ya que el hijo de Constantino no era hijo de ella y era un
gran comandante militar y probable sucesor al trono, acusándolo falsamente ante
el Emperador de anti-cristiano. Luego Constantino se arrepintió y vivió
atormentado por la muerte de Crispo hasta que fue bautizado, ya que le
prometieron que esta ceremonia lavaría sus pecados.
Referencias
Bibliografía
· Asimov, Isaac (1967). El
Imperio romano. ISBN 84-206-3548-0.
· Bergallo, Sergio
(2008). La Desaparición De Los Dioses. Consecuencias de la Alianza
del Imperio Romano con el Cristianismo Triunfante. Arriba La Luna, San Marcos Sierras, Córdoba, Argentina. ISBN 978-987-24652-0-9.
·Burckhardt, Jacob (1982). Del
paganismo al cristianismo. ISBN 84-375-0214-4.
·Ferrill, Arther
(1986). La caída del imperio romano. Las causas militares. ISBN 84-414-0398-8.
·Herbermann, Charles
G.; Grupp, Georg (1908). «Constantine the Great». En Robert Appleton
Company. Catholic Encyclopedia.
·Sear, David R. (1988). Roman
coins and their values. ISBN 0-7134-7823-3.
·Solana Sáinz, José
María (2003). «El renacer del imperio: De Diocleciano a Teodosio». Historia
Antigua (Grecia y Roma). Joaquín
Gómez Pantoja (coordinador), Ariel, Barcelona. ISBN 84-344-6673-2 (páginas
783-849).
·Veyne, Paul (2008). El sueño
de Constantino: el fin del imperio pagano y el nacimiento del mundo cristiano. Ediciones Paidós Ibérica. ISBN 978-84-493-2155-9.
*Fuente
de la información: http://es.wikipedia.org/wiki/Constantino_I_(emperador)
MI
OPINIÓN:
A nadie le
cabe, a estas alturas, la menor duda de que Jesús no inventó ni creó el
Cristianismo. Fue un judío, de los que hoy llamaríamos ortodoxo. Es decir,
radical en sus pensamientos. Jamás pretendió crear una religión nueva ni mucho
menos fundar una iglesia. Luego, si tenemos asumida la premisa de que era un
judío practicante, acérrimo seguidor de su Dios judío, con la única salvedad de
introducir unas pequeñas variaciones en su interpretación de cómo entender esa religión;
entonces: ¿quién creó el Cristianismo?
Jesús de Nazaret como
buen judío fariseo, en un primero momento de su vida, realizaba su particular
interpretación de la Torah y del Tanaj y así lo predicaba a sus coetáneos. Posteriormente, con su transformación
en el río Judá, con su bautizo por Juan el Bautista, se transformó en judío
esenio. Aún con todas esas transformaciones y peculiaridades en su Ministerio
Público, no podemos dejar de encasillarlo y clasificarlo en una rama más del
Judaísmo; peculiar y propia, pero dentro de la línea enmarcada en las
diferentes sectas existentes en el S. I D. C.
La primera
reinterpretación histórica destacable que se hace sobre su persona la realiza
Saúl de Tarso, más conocido por su nombre latín, Pablo de Tarso y más aún por
su versión católica San Pablo. Este personaje histórico reinterpretó a su
manera al gran maestro judío, aún sin haberlo conocido en vida ni haber
coincidido en ninguno de sus numerosos mítines públicos. Entonces, tan solo nos
cabe pensar que dicha interpretación la realiza en base a la información que va
recopilando de sus múltiples seguidores; a los cuales, en un primer momento les
cazaba para dar muerte, para posteriormente, convertirse en el más grande
propagador de la palabra de Jesús.
Palabra distorsionada por su reinterpretación y manipulada, en ciertos aspectos
y punto, con total voluntad. En otra ocasión, haré una entrada en mi blog específica sobre Saúl de Tarso y
sobre las motivaciones que le llevaron a realizar su largo peregrinaje por medio
mundo conocido de aquella época y del porqué de su intencionada manipulación de
la palabra de Jesús. Tan solo, baste para este punto, entender que el primer
gran modificador de la versión histórica fue este gran personaje: Saúl de
Tarso. Es obvio, que con tan solo esa pequeña reinterpretación no sería
suficiente para haber creado, él solito, toda una iglesia y religión, máxime de
la magnitud de la Santa Madre Iglesia Católica.
Por tanto, ¿quién fue
el que aprovechando ese pequeño impulso de Saúl creó todo esa institución y
liturgia? No fue otro que el emperador romano Constantino.
Constantino veía, como
cada vez más, su imperio se desmoronaba y se disgregaba (como irremediablemente
ocurrió no muchos años más tarde, dividiéndose en el Imperio de Oriente y el de
Occidente). Tuvo la brillante idea como
estratega y gobernante, de intentar cohesionar todas los variopintos pueblos
que conformaban su imperio bajo una única religión. Utilizó la que estaba de
moda en aquella época: judeo-cristiana (aún tardaría varios años y después de
el Concilio de Nicea en llamarse religión cristiana). Era una religión
emergente, con cada vez más adeptos debido a las bondades de la religión y sus
pocos inconvenientes, a saber:
Ventajas:
Ventajas:
- Un Dios cuidador de sus seguidores.
- Una vida eterna para sus fieles.
- El perdón inmediato, después de confesión, de cualquier pecado cometido.
- Una seguridad social entre sus miembros (se cuidaban los unos a los otros cuando estaban enfermos, cuando enviudaban, en estados de necesidad, etc...)
- No debían cumplir con complicadísimo rituales religiosos (circuncisión judía, costosas ofrendas a los dioses del paganismo, costosas peregrinaciones a lugares santos, etc...)
Inconvenientes respecto a otras religiones de la época y zona.
- Ninguno
Por tanto, no es de
extrañar que fuese una religión en clara expansión y más si tenemos en cuenta
que la población cristiana tenía un alto índice longevo. Algunos historiadores
basas esa longevidad en la costumbre adquirida por ellos como ritual al lavarse
las manos cada vez que se santiguaban en sus liturgias. Hecho que provocaba una
disminución de los contagios e infecciones víricas y bacteriológicas.
El problema con el que
se encontró Constantino fue que había sesenta y tantas sectas diferentes, por
lo menos conocidas, de judeo-cristianismo; cada una de ellas con unas
peculiaridades muy suyas y con conceptos muy distintos entre ellas. Unas creían
que Jesús era un profeta, otras que era profeta y Mesías, otras que era el hijo
de Dios, otras que era un simple humano, etc...
En ese punto, decidió
convocar el primer concilio ecuménico para intentar unificar todas esas
corrientes en una única iglesia. Después de reunir a los dirigentes de todas
aquellas corrientes religiosas, hospedados a cuerpo de rey y alimentados con espectaculares
manjares. Durante siete días, estuvieron discutiendo acaloradamente sin llegar
a ningún acuerdo de todos los puntos a debatir. Constantino, hombre de armas,
sanguinario y con poca paciencia, les dio un ultimátum: tenían que llegar a un
acuerdo unánime y global de todos los puntos, para ello dio orden a sus
soldados de que no entraran comida ni bebida en el palacete hasta que hubiese
tal acuerdo y cualquiera que osase salir del recinto sin haber acuerdo, debía
ser pasado por la espada de inmediato. Fue entonces, cuando a las veinticuatro
horas salió el responsable del grupo anunciando un acuerdo unánime en todos sus
puntos. Allí se sentó las bases de la nueva religión, a saber:
- La divinidad de Jesús, nacido de una virgen sin intervención humana.
- La adoración a la Virgen.
- La adoración de los santos, como clara copia a los dioses paganos romanos y egipcios.
- La selección de los cuatro evangelios que formarían el Canon y la exclusión de todos los demás, para así dar forma al Jesús que ellos buscaban.
- Escogen la selección de los cuatro evangelios seleccionados para el Canon, no siendo incluidos partes de los mismos (partes donde se explican que Jesús tenía hermanos y da hasta los nombres, ej. Evangelio de Marcos)
- La formación de las liturgias (de una forma primitiva, la cual evolucionaría posteriormente)
- Se crea la Santísima Trinidad como forma de explicación del trinomio Jesús-Dios-Espíritu Santo.
En definitiva, allí se
conformó la historia de Jesús a su antojo y necesidad sin ningún tapujo ni
complejo. Es por ello, que se puede concluir que, a parte de la ya mencionada
manipulación que hizo Saúl de Tarso, la gran confabulación y creación de la
iglesia cristiana se realizó en el mencionado Concilio de Nicea en el año 325
D.C. Debido al ficticio acuerdo que allí se realizó, a los pocos años la
iglesia cristiana sufrió su primer gran cisma, la iglesia ortodoxa se separó de
la romana por sus graves incompatibilidades y creencias.
Si quieres saber más sobre el tema, te recomiendo que leas mi obra "El Santo Osario" donde detallo mucho más todo lo que creo que pudo acontecer sobre el tema.
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