MARÍA MAGDALENA
DOCUMENTACIÓN:
María Magdalena en
el Nuevo Testamento
La
información sobre María Magdalena en los evangelios canónicos es escasa. Es citada en relación con
cuatro hechos diferentes:
·
De acuerdo con el evangelio de Lucas, María Magdalena alojó y proveyó
materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. Se añade que anteriormente había sido
curada por Jesús: «Le
acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades
y espíritus malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete
demonios Lucas 8:1-3.
·
De acuerdo con los evangelios de Marcos, Mateo y Juan, estuvo presente durante la crucifixión de Jesús.
·
Estuvo presente en la sepultura y vio donde
Jesús era puesto, según Mateo 27:61 y Marcos 15:47. Se la menciona junto a
María la madre de Jacobo el menor.
·
En compañía de otras mujeres, fue la primera
testigo de la resurrección, según una tradición en la que concuerdan los cuatro
evangelios. Después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles.
·
Según un relato que sólo aparece en el
evangelio de Juan, fue testigo de una aparición de Jesús resucitado.
Identificación con otros
personajes
Los citados
son los únicos pasajes de los evangelios canónicos en los que se nombra a María de Magdala.
La tradición católica, sin embargo, aunque sin apoyarse en evidencias textuales
de ningún tipo, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados
en el Nuevo Testamento:
·
La mujer adúltera a la que Jesús salva
de la lapidación, en un episodio que sólo relata el evangelio de Juan
·
La mujer que unge con perfumes los pies de
Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los evangelios sinópticos, cuyo nombre no se menciona. La unción
tuvo lugar durante el ministerio en Galilea.
·
María de Betania,
hermana de Lázaro, a la
que se atribuye en el evangelio de Juan la iniciativa antes mencionada, y que aparece en otros conocidos
pasajes del cuarto evangelio, como la resurrección de Lázaro. Se identifica también con la María del
episodio de la disputa entre Marta y María.
La identidad
de María Magdalena como María de Betania y «la mujer quien fue una pecadora»
fue establecida en un sermón que el papa Gregorio I dio
en el año 591, en el cual dijo: «Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora,
la cual José llama
María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios
fueron expulsados, según Marcos».
Difundida por
los teólogos de los siglos III y IV, esta teoría gozó de mucha popularidad en
el siglo XIX y
constituyó un tema frecuente en la iconografía cristiana
occidental.
María Magdalena en
los evangelios apócrifos
El evangelio de Pedro sólo menciona a María Magdalena en su papel de testigo de la
resurrección de Jesús:
A la mañana del domingo, María la de
Magdala, discípula del Señor -atemorizada a causa de los judíos, pues estaban
rabiosos de ira, no había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer
las mujeres por sus muertos queridos-, tomó a sus amigas consigo y vino al
sepulcro en que había sido depositado.
Evangelio
de Pedro, v.50. Santos Otero,
de (1956, pp. 385-386)
En al menos dos de los textos gnósticos coptos encontrados en Nag Hammadi, el evangelio de Tomás y el evangelio de Felipe, María Magdalena aparece mencionada como discípula cercana de Jesús, en
una relación tan cercana como la de los apóstoles. En el evangelio de Tomás hay
dos menciones de Mariham (logia 21
y 114), que, según los estudiosos, hacen referencia a María Magdalena. La
segunda mención forma parte de un pasaje enigmático que ha sido objeto de muy
variadas interpretaciones:
Simón
Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son
dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de
manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a
vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino
del cielo»..
En el
evangelio de Felipe (log. 32) es considerada la compañera (κοινωνος) de Jesús:
Tres
(eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana
de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera [κοινωνος]. María es,
en efecto, su hermana, su
No todos los
estudiosos, sin embargo, están de acuerdo en que los evangelios de Tomás y de Felipe se refieran a María Magdalena. Para
Stephen J. Shoemaker se trataría más bien de una referencia a la madre de
Jesús.
Por último,
otra importante referencia al personaje se encuentra en el evangelio de
María Magdalena, texto del que se conservan sólo dos fragmentos
griegos del siglo III y otro, más extenso, en copto,
del siglo V. En el texto, tres apóstoles discuten acerca del testimonio de
María Magdalena sobre Jesús. Andrés y Pedro desconfían
de su testimonio, y es Leví (el apóstol Mateo) quien
defiende a María.
Leyendas posteriores
Según la
tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan,
y murió allí. En 886 sus reliquias fueron
trasladadas a Constantinopla,
donde se conservan en la actualidad. Gregorio de
Tours (De miraculis,
I, xxx) corrobora la tradición de que se retiró a Éfeso, y no menciona ninguna
relación con Francia.
Más adelante,
sin embargo, surgió en el mundo católico una tradición diferente, según la cual
María Magdalena (identificada aquí con María de Betania), su hermano Lázaro y
Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros,
viajaron en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcaron finalmente en el lugar
llamado Saintes Maries de la Mer, cerca deArlés.
Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella,
desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza,
para después retirarse a una cueva -La Sainte-Baume- en las cercanías de
Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años. Según
esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence,
al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático. Su cuerpo fue
sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde
entonces como St. Maximin.
La tradición del huevo de Pascua
Existe una
antigua tradición cristiana de pintar huevos de Pascua. Estos huevos simbolizan la nueva vida y a Cristo
emergiendo de la tumba, de hecho,
los cristianos ortodoxos acompañan esta tradición con la
consigna: «¡Cristo ha resucitado!».
Una tradición
ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio. En presencia
del emperador romanoTiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó: «¡Cristo
ha resucitado!». El emperador se rió y le dijo que eso era tan probable como
que el huevo se volviera rojo. Antes de que acabara de hablar el huevo se había
vuelto rojo.
Otra
tradición habla de que el corazón sagrado de Cristo quedaría encerrado en un
recipiente con forma de huevo del que María Magdalena sería guardiana.
Veneración de María
Magdalena
Vézelay
El primer
lugar de Francia en
el que se sabe que hubo culto a María Magdalena fue la ciudad de Vézelay, en Borgoña. Aunque, según parece, en sus inicios
el templo de Vézelay estaba dedicado a la virgen María, y no a María Magdalena,
por alguna razón los monjes decidieron que la abadía era el lugar de
enterramiento de María Magdalena, y están atestiguadas las peregrinaciones al
sepulcro de María Magdalena en Vézelay desde al menos 1030. El 27 de abril de
1050, una bula del papa León IX colocaba
oficialmente la abadía de Vézelay bajo el patronazgo de María Magdalena. Santiago de la
Vorágine refiere la
versión oficial del traslado de las reliquias de la santa desde su sepulcro en
el oratorio de San Maximino en Aix-en-Provence hasta la recién fundada abadía
de Vézelay, en 771. El san Maximino de esta leyenda es un personaje que combina
rasgos del obispo histórico Maximino con el Maximino que según la leyenda
acompañó a María Magdalena, Marta y Lázaro a Provenza.
Saint-Maximin
Un culto
posterior que atrajo numerosos peregrinos se inició cuando el cuerpo de María
Magdalena fue oficialmente descubierto, el 9 de septiembre de 1279, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, Provenza, por el entonces príncipe de Salerno,
futuro rey Carlos II de Nápoles.
En esa ubicación se construyó un gran monasterio dominico, de estilo gótico, uno de los más importantes del sur de
Francia.
En 1600, las
supuestas reliquias fueron depositadas en un sarcófago mandado realizar por el
papa Clemente VIII, pero la cabeza se depositó
aparte, en un relicario. Las reliquias fueron profanadas durante la Revolución francesa.
En 1814 se restauró el templo y se recuperó la cabeza de la santa, que se
venera actualmente en ese lugar.
María Magdalena
según la Iglesia Católica
María Magdalena es venerada por la Iglesia católica oficialmente como
Santa María Magdalena. Existen múltiples templos en todo el mundo dedicados a
esta santa católica.
Magdalena penitente
Mientras que
el cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía
a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se
desarrolló, basándose en su identificación con otras mujeres de los evangelios
(véase más arriba) la idea de que antes de conocer a
Jesús, había sido muy pecadora y de ahí viene el suponer, aunque la Iglesia
Católica no lo afirme, que se haya dedicado a la prostitución.
Esta idea
nace, en primer lugar, de la identificación de María con la pecadora de quien se dice únicamente que era
pecadora y que amó mucho; en segundo lugar, de la referencia en donde se dice, esta vez refiriéndose
claramente a María Magdalena, que de ella «habían salido siete demonios». Como
puede verse, nada en estos pasajes evangélicos permite concluir que María
Magdalena se dedicase a la prostitución.
No se sabe
con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con María de Betania y la mujer que entró en la casa de Simón el fariseo, pero ya en una homilía del papa Gregorio Magno (muerto en 591) se expresa
inequívocamente la identidad de estas tres mujeres, y se muestra a María
Magdalena como prostituta arrepentida. Por eso la leyenda posterior hace que
pase el resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y
mortificando su carne, y son frecuentes en el arte occidental las
representaciones de la «Magdalena penitente».
La imagen de
María Magdalena como penitente también puede ser confundida gracias a la
tradición de María Egipcíaca, santa del siglo V, quien según La vida de los Santos de Jacobo de la Vorágine, se había dedicado a la
prostitución y se retiró al desierto a expiar sus culpas. Es común ver
representaciones de María Egipcíaca, con los cabellos largos
que cubren su cuerpo o envuelta con carrizos,
símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos en ocasiones
acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas santas.
En la
tradición católica, por tanto, María Magdalena pasó a ser un personaje
secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica. El
relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido relacionado por algunos autores
con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia. A esta opinión oponen
algunos teólogos católicos la especial consideración que guarda la Iglesia para
con Santa María, madre de Jesús, venerada con hiperdulía,
en tanto que los apóstoles y los otros santos son venerados con dulía.
En 1969, el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el
apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; asimismo, desde esa fecha dejaron de
emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del
evangelio de Lucas acerca de la
mujer pecadora. Desde entonces,
la Iglesia Católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta
arrepentida. Sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para
muchos católicos.
María Magdalena y otras
santas católicas
María
Magdalena fue fuente de inspiración para una de las místicas más
importantes en la Iglesia Católica, santa Teresa del Niño Jesús, quién admiraba este
amor tan profundo relatado en el Evangelio en el cual María Magdalena piensa en
servir a quien ama; así, Teresa decidió dedicar su vida a quién más amaba:
Jesús de Nazaret. En 1894 escribió: «Jesús nos ha defendido en la persona de
María Magdalena».
Otra
destacada mística católica que encontró inspiración y consuelo en María
Magdalena fue la doctora de la
Iglesia santa Teresa de Ávila, quien refirió haber recibido
ayuda espiritual de la Magdalena.
Teorías recientes
acerca de María Magdalena
Sobre su relación con
Jesús
Algunos
autores recientes han puesto en circulación una hipótesis según la cual María
Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental, de Jesús de
Nazaret, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista
que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia Católica.
Estas ideas fueron desarrolladas primero en algunos libros de pseudohistoria, como El enigma sagrado («The Holy Blood and the Holy Grail», 1982), de Michael Baigent, Richard Leigh, Henry Lincoln; y La revelación de los templarios («The Templar Revelation», 1997), de Lynn Picknett y Clive Princey. En estos libros se mencionaba además una hipotética dinastía fruto de la unión entre Jesús de Nazaret y María Magdalena. Posteriormente estas ideas han sido aprovechadas por varios autores de ficción como Peter Berling (Los hijos del Grial, ) y Dan Brown (El código Da Vinci, 2003), entre otros.
Los partidarios de esta idea se apoyan en tres argumentos:
1. En varios
textos gnósticos, como el evangelio de Felipe, se muestra que Jesús tenía
con María Magdalena una relación de mayor cercanía que con el resto de sus
discípulos, incluidos los apóstoles. En concreto, el evangelio de Felipe habla
de María Magdalena como «compañera» de Jesús y menciona que éste la besaba en
la boca.
2. En los
evangelios canónicos María Magdalena es (excluida la madre de Jesús) la mujer
que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús.
Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús
puede sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales.
3. Otro argumento que esgrimen los defensores de la teoría del
matrimonio entre Jesús y María Magdalena es que en la Palestina de la época era
raro que un varón judío de la edad de Jesús (unos treinta años) permaneciese
soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino, ya que eso hubiese ido en contra del mandamiento divino «Creced y
multiplicaos». No obstante, el judaísmo que profesó Jesús era muy distinto del
actual, y el papel del rabino no estaba todavía bien definido. Sólo después de
la destrucción del Segundo Templo, en 70, el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades
judías. Antes de Jesús, está atestiguada la existencia de maestros religiosos
solteros, por ejemplo en los círculos esenios. También Juan el Bautista fue soltero, según todos los indicios.
Más adelante, algunos primeros cristianos, como Pablo de Tarso, serían también predicadores
célibes.
Sin embargo, no existe ningún pasaje ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos que permita afirmar que María de Magdala fue la esposa de Jesús de
Nazaret. Para la mayoría de los estudiosos del Jesús histórico es una
posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio; entre ellos destaca Bart Ehrman quien concluye que la evidencia histórica
no dice nada, «ciertamente nada que indique que Jesús y María (Magdalena) tuvieron
una relación sexual de ninguna naturaleza». Ehrman
señala que la pregunta que la gente le formula con mayor frecuencia es si María
Magdalena y Jesús se casaron. Su respuesta es: «No es verdad que los rollos del
Mar Muerto contengan Evangelios que hablen de María (Magdalena) y Jesús. [...]
No es verdad que un casamiento de María (Magdalena) y Jesús se discuta
repetidamente en los Evangelios que no entraron en el Nuevo Testamento (el
canon). De hecho, no se discute nunca ni se menciona siquiera una vez. [...] No
es verdad que el Evangelio de Felipe llame a María la esposa de Jesús». Regino Cortes también concluye la inexistencia de tal relación marital
como un error desde el punto de vista bíblico y una irrealidad desde un punto
de vista fáctico. Otro biblista
contemporáneo de primer orden ironizó al respecto:
A veces los biblistas que se dedican a
buscar cualquiera de las obras que hasta el momento se dan por perdidas, o a
publicarlas, no se ven libres del sensacionalismo; y, por supuesto, aunque no
colaboren con ella, la prensa disfruta con el sensacionalismo. Si se me permite
generalizar, con una cierta dosis de cinismo, los lectores que no tienen
interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de
Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que
¡Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India
a vivir tranquilamente!
Sobre la autoría del Cuarto Evangelio
Ramón K.
Jusino propuso la teoría de que María Magdalena pudo ser el
«discípulo a quien amaba Jesús» que se presenta como autor del Evangelio de
Juan y que es
tradicionalmente identificado con el apóstol Juan.
Jusino se basó en el hecho de que en varios textos apócrifos, como los citados más arriba, se dice que hubo una
relación de especial cercanía entre Jesús y María Magdalena. Raymond E. Brown hipotetizó que el Evangelio de Juan
recogería la tradición de una comunidad a la que él denominó comunidad joánica
o juánica. Según Jusino, esa
comunidad podría remontarse al testimonio de María Magdalena como testigo
ocular de Jesús. Esta teoría de Jusino no cuenta con la aceptación de la mayor
parte de los historiadores e investigadores bíblicos.
Bibliografía
·
Amy Welborn (2006). Descodificando
a María Magdalena: verdad, leyendas y mentiras. Ediciones
Palabra. ISBN 9788498400144.
·
Georges,
Duby (1995). Leonor de Aquitania/ María Magdalena. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-4699-7.
·
John
MacArthur: «Doce mujeres extraordinarias» (2006). Thomas Nelson Inc,
Estados Unidos.
Datos obtenidos en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Magdalena
Mi
OPINIÓN:
La iglesia católica cambia, con movimientos lentos y bajo
la mucha presión recibida por los historiadores sobre evidencias y pruebas
históricas irrefutables. Tanto es así, que hasta no hace muchos años, María fue
considerada por la iglesia como una ramera arrepentida y convertida a seguidora
de Jesús. También, se la identificó como una poseída por la locura (siete
demonios) a la cual Jesús le practicó un exorcismo para desposeerla del
maligno. Después, la iglesia tuvo que rectificar (gracias a la presión de los
historiadores) y reconocer que tal afirmación era carente totalmente de
fundamento documental. No se ha encontrado ningún escrito, ni cristiano ni
pagano, que haga referencia a tal calumnia sobre la persona de María Magdalena.
Incluso después de este paso intermedio, la iglesia pasó a considerar a María
Santa. En la última procesión de Semana Santa en Mahón (Menorca, España) Salió
por primera vez un paso dedicado a Santa María Magdalena. Está claro, que desde
la edad media, los ministros de la iglesia tenían un claro afán calumniador
contra María, que ha tenido que ser rectificado, posteriormente, para llegar a
encumbrarla a la categoría de Santa.
¿Por qué la iglesia quiso maltratarla históricamente?¿Qué
motivos podía tener para, no solo reconocer su verdadera vida, la cual fue
esplendorosa y mancillarla de esta forma?
Para mi está claro. No hay mejor defensa que un buen
ataque. Los prelados de la iglesia no querían reconocer la verdadera vida de
María. Había otra forma ocultar la realidad y era reinventar una mentira sobre ella,
para desprestigiarla. La iglesia original no podía permitir que se supiese la
verdad. En primer lugar, porque no podían permitir que sus creyentes supiesen
que una mujer podía tener tanta relevancia en la religión que ellos practicaban
y que querían que siguiese monopolizada por hombres. No podían tolerar que las
mujeres estuviesen en su mismo nivel de intervención en las cuestiones de
gobierno y dirección de la religión. En segundo lugar, tampoco combinaba bien
su vida y la relación que mantuvo con Jesús con los intereses eclesiásticos,
con la idea reinterpretada sobre Jesús, sobre su mesianidad reinterpretada al
estilo cristiano y obviando, deliberadamente, la mesianidad judía (que fue su
verdadera identidad); en definitiva, sobre su divinidad (ya que la iglesia
cristiana cree que es el único y verdadero Hijo de Dios.) Luego, esa concepción
y reinterpretación no se relacionaba demasiado bien con la idea de que podía
estar casado o emparejado con María.
Esta última afirmación, que cada día cobra más fuerza y la
cual comparto plenamente, ha sido desterrada del credo eclesiástico por ser del
todo incompatible con la idea de Divinidad de Jesús. ¿Y qué mejor forma de
ocultar la verdad histórica que tergiversarla que calumniando a María y
tratarla de prostituta y de loca?
¿Y vosotros os preguntaréis cómo puedo estar tan seguro de
mi afirmación? Podría citar innumerables reseñas en documentos escritos que harían esta conclusión eterna para el
lector y que además son de sobras conocidos por todos. Me basaré en los
Evangelios Canónicos, mejor dicho en los Sinópticos (los escritos por Marcos,
Mateo y Lucas), los que sirven de base y Canon para la iglesia cristiana. En
ellos, se relatan una serie de sucesos que no deben pasar desapercibidos para
el historiador perspicaz.
Se quiere hacer creer que María era una ferviente seguidora
de Jesús y que por eso lo seguía a todas partes. Nada más lejos de la realidad.
No había ninguna mujer en su séquito habitual más que ella. No había seguidoras
porque en aquella época y lugar la mujer no tenía ni voz ni presencia pública,
no podía tener ningún tipo de representación, debía representarla en todo
momento su padre, si era soltera o su marido, si era casada. Por tanto, la
prueba de que Jesús iba a todas partes con tres mujeres (lo narran los
Evangelios Canónicos) debemos interpretar que esas tres mujeres estaban bajo la
protección de Jesús. Una era su madre, la cual enviudó, ya que los Evangelios
solo nos hablan de José en la niñez de Jesús, no vuelve a aparecer en ninguno de
los demás relatos; su hermana Miriam, que debía ser soltera ya que de lo
contrario iría con su marido y María Magdalena (Mariah Magdala) a todas luces
su esposa.
También, debemos tener presente la muerte de Jesús en la
cruz, donde asisten a pie de la misma tres mujeres. Su madre, su hermana y
María Magdalena. Aunque las ejecuciones eran públicas, eso no quiere decir que
todo el mundo pudiese estar a pie de cruz, sino que, a cierta distancia, se
debían ver desde un paso lo más transitado posible. En las proximidades del
ejecutado tan solo podían haber familiares directos. Este hecho lo tenemos
recogido en innumerables documentos romanos donde se describen los
procedimientos de ejecución por crucifixión.
Y ahora os voy a hacer la última reflexión. Si vosotros
fuerais un ejecutado y suponiendo que pudierais resucitar, ¿a quien se os
aparecerías primero antes incluso que a vuestra propia madre y hermana? Exacto,
a vuestra mujer. Los Evangelios Canónicos relatas, todos ellos, que la primera
aparición de Jesús es a María Magdalena y es la encargada de comunicar a todos
los demás apóstoles y seguidores la Buena Nueva.
DOCUMENTACIÓN:
María Magdalena en
el Nuevo Testamento
La
información sobre María Magdalena en los evangelios canónicos es escasa. Es citada en relación con
cuatro hechos diferentes:
·
De acuerdo con el evangelio de Lucas, María Magdalena alojó y proveyó
materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. Se añade que anteriormente había sido
curada por Jesús: «Le acompañaban
los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus
malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios
Lucas 8:1-3.
·
De acuerdo con los evangelios de Marcos, Mateo y Juan, estuvo presente durante la crucifixión de Jesús.
·
Estuvo presente en la sepultura y vio donde
Jesús era puesto, según Mateo 27:61 y Marcos 15:47. Se la menciona junto a
María la madre de Jacobo el menor.
·
En compañía de otras mujeres, fue la primera
testigo de la resurrección, según una tradición en la que concuerdan los cuatro
evangelios. Después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles.
·
Según un relato que sólo aparece en el
evangelio de Juan, fue testigo de una aparición de Jesús resucitado.
Identificación con otros
personajes
Los citados
son los únicos pasajes de los evangelios canónicos en los que se nombra a María de Magdala.
La tradición católica, sin embargo, aunque sin apoyarse en evidencias textuales
de ningún tipo, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados
en el Nuevo Testamento:
·
La mujer adúltera a la que Jesús salva
de la lapidación, en un episodio que sólo relata el evangelio de Juan
·
La mujer que unge con perfumes los pies de
Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los evangelios sinópticos, cuyo nombre no se menciona. La unción
tuvo lugar durante el ministerio en Galilea.
·
María de Betania,
hermana de Lázaro, a la
que se atribuye en el evangelio de Juan la iniciativa antes mencionada, y que aparece en otros conocidos
pasajes del cuarto evangelio, como la resurrección de Lázaro. Se identifica también con la María del
episodio de la disputa entre Marta y María.
La identidad
de María Magdalena como María de Betania y «la mujer quien fue una pecadora»
fue establecida en un sermón que el papa Gregorio I dio
en el año 591, en el cual dijo: «Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora,
la cual José llama
María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios
fueron expulsados, según Marcos».
Difundida por
los teólogos de los siglos III y IV, esta teoría gozó de mucha popularidad en
el siglo XIX y
constituyó un tema frecuente en la iconografía cristiana
occidental.
María Magdalena en
los evangelios apócrifos
El evangelio de Pedro sólo menciona a María Magdalena en su papel de testigo de la
resurrección de Jesús:
A la mañana del domingo, María la de
Magdala, discípula del Señor -atemorizada a causa de los judíos, pues estaban
rabiosos de ira, no había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer
las mujeres por sus muertos queridos-, tomó a sus amigas consigo y vino al
sepulcro en que había sido depositado.
Evangelio
de Pedro, v.50. Santos Otero,
de (1956, pp. 385-386)
En al menos dos de los textos gnósticos coptos encontrados en Nag Hammadi, el evangelio de Tomás y el evangelio de Felipe, María Magdalena aparece mencionada como discípula cercana de Jesús, en
una relación tan cercana como la de los apóstoles. En el evangelio de Tomás hay
dos menciones de Mariham (logia 21
y 114), que, según los estudiosos, hacen referencia a María Magdalena. La
segunda mención forma parte de un pasaje enigmático que ha sido objeto de muy
variadas interpretaciones:
Simón
Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son
dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de
manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a
vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino
del cielo»..
En el
evangelio de Felipe (log. 32) es considerada la compañera (κοινωνος) de Jesús:
Tres
(eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana
de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera [κοινωνος]. María es,
en efecto, su hermana, su
No todos los
estudiosos, sin embargo, están de acuerdo en que los evangelios de Tomás y de Felipe se refieran a María Magdalena. Para
Stephen J. Shoemaker se trataría más bien de una referencia a la madre de
Jesús.
Por último,
otra importante referencia al personaje se encuentra en el evangelio de
María Magdalena, texto del que se conservan sólo dos fragmentos
griegos del siglo III y otro, más extenso, en copto,
del siglo V. En el texto, tres apóstoles discuten acerca del testimonio de
María Magdalena sobre Jesús. Andrés y Pedro desconfían
de su testimonio, y es Leví (el apóstol Mateo) quien
defiende a María.
Leyendas posteriores
Según la
tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan,
y murió allí. En 886 sus reliquias fueron
trasladadas a Constantinopla,
donde se conservan en la actualidad. Gregorio de
Tours (De miraculis,
I, xxx) corrobora la tradición de que se retiró a Éfeso, y no menciona ninguna
relación con Francia.
Más adelante,
sin embargo, surgió en el mundo católico una tradición diferente, según la cual
María Magdalena (identificada aquí con María de Betania), su hermano Lázaro y
Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros,
viajaron en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcaron finalmente en el lugar
llamado Saintes Maries de la Mer, cerca deArlés.
Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella,
desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza,
para después retirarse a una cueva -La Sainte-Baume- en las cercanías de
Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años. Según
esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence,
al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático. Su cuerpo fue
sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde
entonces como St. Maximin.
La tradición del huevo de Pascua
Existe una
antigua tradición cristiana de pintar huevos de Pascua. Estos huevos simbolizan la nueva vida y a Cristo
emergiendo de la tumba, de hecho,
los cristianos ortodoxos acompañan esta tradición con la
consigna: «¡Cristo ha resucitado!».
Una tradición
ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio. En presencia
del emperador romanoTiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó: «¡Cristo
ha resucitado!». El emperador se rió y le dijo que eso era tan probable como
que el huevo se volviera rojo. Antes de que acabara de hablar el huevo se había
vuelto rojo.
Otra
tradición habla de que el corazón sagrado de Cristo quedaría encerrado en un
recipiente con forma de huevo del que María Magdalena sería guardiana.
Veneración de María
Magdalena
Vézelay
El primer
lugar de Francia en
el que se sabe que hubo culto a María Magdalena fue la ciudad de Vézelay, en Borgoña. Aunque, según parece, en sus inicios
el templo de Vézelay estaba dedicado a la virgen María, y no a María Magdalena,
por alguna razón los monjes decidieron que la abadía era el lugar de
enterramiento de María Magdalena, y están atestiguadas las peregrinaciones al
sepulcro de María Magdalena en Vézelay desde al menos 1030. El 27 de abril de
1050, una bula del papa León IX colocaba
oficialmente la abadía de Vézelay bajo el patronazgo de María Magdalena. Santiago de la
Vorágine refiere la
versión oficial del traslado de las reliquias de la santa desde su sepulcro en
el oratorio de San Maximino en Aix-en-Provence hasta la recién fundada abadía
de Vézelay, en 771. El san Maximino de esta leyenda es un personaje que combina
rasgos del obispo histórico Maximino con el Maximino que según la leyenda
acompañó a María Magdalena, Marta y Lázaro a Provenza.
Saint-Maximin
Un culto
posterior que atrajo numerosos peregrinos se inició cuando el cuerpo de María
Magdalena fue oficialmente descubierto, el 9 de septiembre de 1279, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, Provenza, por el entonces príncipe de Salerno,
futuro rey Carlos II de Nápoles.
En esa ubicación se construyó un gran monasterio dominico, de estilo gótico, uno de los más importantes del sur de
Francia.
En 1600, las
supuestas reliquias fueron depositadas en un sarcófago mandado realizar por el
papa Clemente VIII, pero la cabeza se depositó
aparte, en un relicario. Las reliquias fueron profanadas durante la Revolución francesa.
En 1814 se restauró el templo y se recuperó la cabeza de la santa, que se
venera actualmente en ese lugar.
María Magdalena
según la Iglesia Católica
María Magdalena es venerada por la Iglesia católica oficialmente como
Santa María Magdalena. Existen múltiples templos en todo el mundo dedicados a
esta santa católica.
Magdalena penitente
Mientras que
el cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía
a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se
desarrolló, basándose en su identificación con otras mujeres de los evangelios
(véase más arriba) la idea de que antes de conocer a
Jesús, había sido muy pecadora y de ahí viene el suponer, aunque la Iglesia
Católica no lo afirme, que se haya dedicado a la prostitución.
Esta idea
nace, en primer lugar, de la identificación de María con la pecadora de quien se dice únicamente que era
pecadora y que amó mucho; en segundo lugar, de la referencia en donde se dice, esta vez refiriéndose
claramente a María Magdalena, que de ella «habían salido siete demonios». Como
puede verse, nada en estos pasajes evangélicos permite concluir que María
Magdalena se dedicase a la prostitución.
No se sabe
con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con María de Betania y la mujer que entró en la casa de Simón el fariseo, pero ya en una homilía del papa Gregorio Magno (muerto en 591) se expresa
inequívocamente la identidad de estas tres mujeres, y se muestra a María Magdalena
como prostituta arrepentida. Por eso la leyenda posterior hace que pase el
resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y
mortificando su carne, y son frecuentes en el arte occidental las
representaciones de la «Magdalena penitente».
La imagen de
María Magdalena como penitente también puede ser confundida gracias a la
tradición de María Egipcíaca, santa del siglo V, quien según La vida de los Santos de Jacobo de la Vorágine, se había dedicado a la
prostitución y se retiró al desierto a expiar sus culpas. Es común ver
representaciones de María Egipcíaca, con los cabellos largos
que cubren su cuerpo o envuelta con carrizos,
símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos en ocasiones
acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas santas.
En la
tradición católica, por tanto, María Magdalena pasó a ser un personaje
secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica. El
relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido relacionado por algunos autores
con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia. A esta opinión oponen
algunos teólogos católicos la especial consideración que guarda la Iglesia para
con Santa María, madre de Jesús, venerada con hiperdulía,
en tanto que los apóstoles y los otros santos son venerados con dulía.
En 1969, el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el
apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; asimismo, desde esa fecha dejaron de
emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del
evangelio de Lucas acerca de la
mujer pecadora. Desde entonces,
la Iglesia Católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta
arrepentida. Sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para
muchos católicos.
María Magdalena y otras
santas católicas
María
Magdalena fue fuente de inspiración para una de las místicas más
importantes en la Iglesia Católica, santa Teresa del Niño Jesús, quién admiraba este
amor tan profundo relatado en el Evangelio en el cual María Magdalena piensa en
servir a quien ama; así, Teresa decidió dedicar su vida a quién más amaba:
Jesús de Nazaret. En 1894 escribió: «Jesús nos ha defendido en la persona de
María Magdalena».
Otra
destacada mística católica que encontró inspiración y consuelo en María
Magdalena fue la doctora de la
Iglesia santa Teresa de Ávila, quien refirió haber recibido
ayuda espiritual de la Magdalena.
Teorías recientes
acerca de María Magdalena
Sobre su relación con
Jesús
Algunos
autores recientes han puesto en circulación una hipótesis según la cual María
Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental, de Jesús de
Nazaret, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista
que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia Católica.
Estas ideas fueron desarrolladas primero en algunos libros de pseudohistoria, como El enigma sagrado («The Holy Blood and the Holy Grail», 1982), de Michael Baigent, Richard Leigh, Henry Lincoln; y La revelación de los templarios («The Templar Revelation», 1997), de Lynn Picknett y Clive Princey. En estos libros se mencionaba además una hipotética dinastía fruto de la unión entre Jesús de Nazaret y María Magdalena. Posteriormente estas ideas han sido aprovechadas por varios autores de ficción como Peter Berling (Los hijos del Grial, ) y Dan Brown (El código Da Vinci, 2003), entre otros.
Los partidarios de esta idea se apoyan en tres argumentos:
1. En varios
textos gnósticos, como el evangelio de Felipe, se muestra que Jesús tenía
con María Magdalena una relación de mayor cercanía que con el resto de sus
discípulos, incluidos los apóstoles. En concreto, el evangelio de Felipe habla
de María Magdalena como «compañera» de Jesús y menciona que éste la besaba en
la boca.
2. En los
evangelios canónicos María Magdalena es (excluida la madre de Jesús) la mujer
que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús.
Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús
puede sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales.
3. Otro argumento que esgrimen los defensores de la teoría del
matrimonio entre Jesús y María Magdalena es que en la Palestina de la época era
raro que un varón judío de la edad de Jesús (unos treinta años) permaneciese
soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino, ya que eso hubiese ido en contra del mandamiento divino «Creced y
multiplicaos». No obstante, el judaísmo que profesó Jesús era muy distinto del
actual, y el papel del rabino no estaba todavía bien definido. Sólo después de
la destrucción del Segundo Templo, en 70, el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades
judías. Antes de Jesús, está atestiguada la existencia de maestros religiosos
solteros, por ejemplo en los círculos esenios. También Juan el Bautista fue soltero, según todos los indicios.
Más adelante, algunos primeros cristianos, como Pablo de Tarso, serían también predicadores
célibes.
Sin embargo, no existe ningún pasaje ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos que permita afirmar que María de Magdala fue la esposa de Jesús de
Nazaret. Para la mayoría de los estudiosos del Jesús histórico es una
posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio; entre ellos destaca Bart Ehrman quien concluye que la evidencia histórica
no dice nada, «ciertamente nada que indique que Jesús y María (Magdalena)
tuvieron una relación sexual de ninguna naturaleza». Ehrman señala que la pregunta que la
gente le formula con mayor frecuencia es si María Magdalena y Jesús se casaron.
Su respuesta es: «No es verdad que los rollos del Mar Muerto contengan
Evangelios que hablen de María (Magdalena) y Jesús. [...] No es verdad que un
casamiento de María (Magdalena) y Jesús se discuta repetidamente en los
Evangelios que no entraron en el Nuevo Testamento (el canon). De hecho, no se
discute nunca ni se menciona siquiera una vez. [...] No es verdad que el
Evangelio de Felipe llame a María la esposa de Jesús». Regino Cortes también concluye la inexistencia de tal relación marital
como un error desde el punto de vista bíblico y una irrealidad desde un punto
de vista fáctico. Otro biblista
contemporáneo de primer orden ironizó al respecto:
A veces los biblistas que se dedican a
buscar cualquiera de las obras que hasta el momento se dan por perdidas, o a
publicarlas, no se ven libres del sensacionalismo; y, por supuesto, aunque no
colaboren con ella, la prensa disfruta con el sensacionalismo. Si se me permite
generalizar, con una cierta dosis de cinismo, los lectores que no tienen interés
en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús,
parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que ¡Jesús
bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India a vivir
tranquilamente!
Sobre la autoría del Cuarto Evangelio
Ramón K.
Jusino propuso la teoría de que María Magdalena pudo ser el
«discípulo a quien amaba Jesús» que se presenta como autor del Evangelio de
Juan y que es
tradicionalmente identificado con el apóstol Juan.
Jusino se basó en el hecho de que en varios textos apócrifos, como los citados más arriba, se dice que hubo una
relación de especial cercanía entre Jesús y María Magdalena. Raymond E. Brown hipotetizó que el Evangelio de Juan
recogería la tradición de una comunidad a la que él denominó comunidad joánica
o juánica. Según Jusino, esa
comunidad podría remontarse al testimonio de María Magdalena como testigo
ocular de Jesús. Esta teoría de Jusino no cuenta con la aceptación de la mayor
parte de los historiadores e investigadores bíblicos.
Bibliografía
·
Amy Welborn (2006). Descodificando
a María Magdalena: verdad, leyendas y mentiras. Ediciones
Palabra. ISBN 9788498400144.
·
Georges,
Duby (1995). Leonor de Aquitania/ María Magdalena. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-4699-7.
·
John MacArthur:
«Doce mujeres extraordinarias» (2006). Thomas Nelson Inc,
Estados Unidos.
Datos obtenidos en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Magdalena
Mi
OPINIÓN:
La iglesia católica cambia, con movimientos lentos y bajo
la mucha presión recibida por los historiadores sobre evidencias y pruebas
históricas irrefutables. Tanto es así, que hasta no hace muchos años, María fue
considerada por la iglesia como una ramera arrepentida y convertida a seguidora
de Jesús. También, se la identificó como una poseída por la locura (siete
demonios) a la cual Jesús le practicó un exorcismo para desposeerla del
maligno. Después, la iglesia tuvo que rectificar (gracias a la presión de los
historiadores) y reconocer que tal afirmación era carente totalmente de
fundamento documental. No se ha encontrado ningún escrito, ni cristiano ni
pagano, que haga referencia a tal calumnia sobre la persona de María Magdalena.
Incluso después de este paso intermedio, la iglesia pasó a considerar a María
Santa. En la última procesión de Semana Santa en Mahón (Menorca, España) Salió
por primera vez un paso dedicado a Santa María Magdalena. Está claro, que desde
la edad media, los ministros de la iglesia tenían un claro afán calumniador
contra María, que ha tenido que ser rectificado, posteriormente, para llegar a
encumbrarla a la categoría de Santa.
¿Por qué la iglesia quiso maltratarla históricamente?¿Qué
motivos podía tener para, no solo reconocer su verdadera vida, la cual fue
esplendorosa y mancillarla de esta forma?
Para mi está claro. No hay mejor defensa que un buen
ataque. Los prelados de la iglesia no querían reconocer la verdadera vida de
María. Había otra forma ocultar la realidad y era reinventar una mentira sobre
ella, para desprestigiarla. La iglesia original no podía permitir que se
supiese la verdad. En primer lugar, porque no podían permitir que sus creyentes
supiesen que una mujer podía tener tanta relevancia en la religión que ellos
practicaban y que querían que siguiese monopolizada por hombres. No podían
tolerar que las mujeres estuviesen en su mismo nivel de intervención en las
cuestiones de gobierno y dirección de la religión. En segundo lugar, tampoco
combinaba bien su vida y la relación que mantuvo con Jesús con los intereses
eclesiásticos, con la idea reinterpretada sobre Jesús, sobre su mesianidad
reinterpretada al estilo cristiano y obviando, deliberadamente, la mesianidad
judía (que fue su verdadera identidad); en definitiva, sobre su divinidad (ya
que la iglesia cristiana cree que es el único y verdadero Hijo de Dios.) Luego,
esa concepción y reinterpretación no se relacionaba demasiado bien con la idea
de que podía estar casado o emparejado con María.
Esta última afirmación, que cada día cobra más fuerza y la
cual comparto plenamente, ha sido desterrada del credo eclesiástico por ser del
todo incompatible con la idea de Divinidad de Jesús. ¿Y qué mejor forma de
ocultar la verdad histórica que tergiversarla que calumniando a María y
tratarla de prostituta y de loca?
¿Y vosotros os preguntaréis cómo puedo estar tan seguro de
mi afirmación? Podría citar innumerables reseñas en documentos escritos que harían esta conclusión eterna para el
lector y que además son de sobras conocidos por todos. Me basaré en los
Evangelios Canónicos, mejor dicho en los Sinópticos (los escritos por Marcos,
Mateo y Lucas), los que sirven de base y Canon para la iglesia cristiana. En
ellos, se relatan una serie de sucesos que no deben pasar desapercibidos para
el historiador perspicaz.
Se quiere hacer creer que María era una ferviente seguidora
de Jesús y que por eso lo seguía a todas partes. Nada más lejos de la realidad.
No había ninguna mujer en su sequito habitual más que ella. No había seguidoras
porque en aquella época y lugar la mujer no tenía ni voz ni presencia pública,
no podía tener ningún tipo de representación, debía representarla en todo
momento su padre, si era soltera o su marido, si era casada. Por tanto, la
prueba de que Jesús iba a todas partes con tres mujeres (lo narran los
Evangelios Canónicos) debemos interpretar que esas tres mujeres estaban bajo la
protección de Jesús. Una era su madre, la cual enviudó, ya que los Evangelios
solo nos hablan de José en la niñez de Jesús, no vuelve a aparecer en ninguno
de los demás relatos; su hermana Miriam, que debía ser soltera ya que de lo
contrario iría con su marido y María Magdalena (Mariah Magdala) a todas luces
su esposa.
También, debemos tener presente la muerte de Jesús en la
cruz, donde asisten a pie de la misma tres mujeres. Su madre, su hermana y
María Magdalena. Aunque las ejecuciones eran públicas, eso no quiere decir que
todo el mundo pudiese estar a pie de cruz, sino que, a cierta distancia, se
debían ver desde un paso lo más transitado posible. En las proximidades del
ejecutado tan solo podían haber familiares directos. Este hecho lo tenemos
recogido en innumerables documentos romanos donde se describen los
procedimientos de ejecución por crucifixión.
Y ahora os voy a hacer la última reflexión. Si vosotros
fuerais un ejecutado y suponiendo que pudierais resucitar, ¿a quien se os
aparecerías primero antes incluso que a vuestra propia madre y hermana? Exacto,
a vuestra mujer. Los Evangelios Canónicos relatas, todos ellos, que la primera
aparición de Jesús es a María Magdalena y es la encargada de comunicar a todos
los demás apóstoles y seguidores la Buena Nueva.
Si queréis ampliar la información y conocer más sobre su historia, os invito a leer mi libro "El Santo Osario"
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