jueves, 28 de abril de 2016

Presentación

Ciudadela 1558, el año de la desgracia (s'any de sa desgràcia)






CIUTADELLA 1558, EL AÑO DE LA DESGRACIA

En el año 1.287 Alfonso III conquistó la isla de Menorca para la Corona Aragonesa. Esto abrió una época de prosperidad, durante la cual la isla crecería y se fortificaría. Fueron expulsados los musulmanes y sustituidos por colonos catalanes y mallorquines. Conocido es que durante el siglo XVI, el mar Mediterráneo era un nido infestado de piratas berberiscos, que con sus continuos actos de pillaje, atemorizaban las costas Baleares y levantinas. En 1.535, la ciudad de Maó sufriría el saqueo dirigido por el famoso pirata Barbarroja. Asesinatos, violaciones, incendios, devastación y 600 prisioneros llevados a cautiverio (de los que nunca se supo nada más), fue lo que dejó a su paso por la ciudad las huestes del pirata. 


Ciutadella. Plaça d’es Born, en el centro de esta bellísima plaza se erige un monumental obelisco de piedra con una inscripción que dice: “Any de la desgràcia” (año de la desgracia). El monumento fue colocado en 1.857, en homenaje a los héroes caídos en defensa de su ciudad y contra los sarracenos que la asolaron en 1.558. Fue pues el año 1.558 el “año de la desgracia” para los ciutadellencs, cuando el turco Mustafá Pialí, al mando de una escuadra formada por 140 velas y 15.000 soldados pertrechados con una potente artillería, arribó al puerto de Ciutadella el 30 de junio. Muy poco pudieron hacer los 600 hombres disponibles para defender la ciudad ante tan poderoso ejército. La resistencia fue encarnizada, heroica, se prolongó durante más de siete días, hasta que los piratas lograron abrir una brecha en las murallas de Ciutadella, junto a la Plaza del Borne. Hasta las mujeres colaboraron en la defensa de la ciudad, pero tanto esfuerzo fue inútil. El regente de la Real Gobernación mossèn Bartomeu Arguimbau y el capitán Miguel Negrete, juraron defender la ciudad hasta la muerte. Fue finalmente el 9 de julio cuando la ciudad caía. Y así llegó la devastación: después de tres días más de matanzas, robos y violaciones, las casas y templos fueron incendiados, los archivos destruidos. Cuentan las crónicas, que la destrucción fue tal, que el nuevo gobernador provisional mossèn Federico de Cors tuvo que alojarse en una cueva, ya que no quedo ni una sola casa habitable. La flota invasora se hizo de nuevo a la mar llevándose cautivas a 3.500 personas, que fueron conducidas a los mercados de esclavos de Estambul. 


La matanza y destrucción de la ciudad se recogen el documento llamado "Acta de Constantinopla", que cada 9 de julio se lee en un solemne acto del pleno del Ayuntamiento de Ciutadella y, donde se conmemora el “año de la desgracia”. Este documento histórico esta fechado el 7 de octubre de 1.558, aunque no se llega a tener constancia de él hasta 1.620. Fue redactado por el notario Pere Quintana en un calabozo de Estambul, a petición del entonces gobernador de Ciutadella Bartomeu Arguimbau, prisionero también junto al capitán Miguel Negrete. En el documento quedan reflejados los relatos orales de los supervivientes. En 1.564, un fraile de Alaior logra la liberación de los esclavos supervivientes, pero todos sabemos que las desgracias nunca vienen solas, en el viaje de regreso fueron abordados por piratas argelinos, conduciéndolos de nuevo al destierro y cautiverio. 

Fuente: http://www.paraisobalear.com/index.php/galeria/view-photo/45/2429.html

sábado, 16 de abril de 2016

Caballeros Templarios

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Caballeros Templarios



La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón(en latínPauperes Commilitones Christi Templique Salomonici), también llamada la Orden del Temple (en francésOrdre du Temple), cuyos miembros son conocidos como caballeros templarios (en francés:templiers), fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de laEdad Media. Se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. Crearon, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo hasta nuestros días el nombre de los caballeros templarios.


El principio del fin

Pero las derrotas ante Saladinosultán de Egipto, los hicieron retroceder. Así, el 4 de julio de 1187, en la batalla de los Cuernos de Hattin, que tuvo lugar en Tierra Santa, al oeste del mar de Galilea, en el desfiladero conocido como Cuernos de Hattin (Qurun-hattun), el ejército cruzado, formado principalmente por contingentes templarios y hospitalarios a las órdenes deGuido de Lusignan, rey de Jerusalén, y de Reinaldo de Châtillon, se enfrentó a las tropas de Saladino. Este les infligió una gran derrota, en la que el gran maestre de los templarios Gérard de Ridefort cayó prisionero y perecieron muchos templarios y hospitalarios. Saladino tomó posesión de Jerusalén y terminó con el reino que había fundado Godofredo de Bouillón. Sin embargo, la presión de la Tercera Cruzada y las gestiones de Ricardo I de Inglaterra (llamado Corazón de León) lograron un acuerdo con Saladino para convertir Jerusalén en una especie de ciudad libre para el peregrinaje. 
Después del desastre de los Cuernos de Hattin, las cosas empeoraron. En 1244 Jerusalén, que había sido recuperada 16 años antes por el emperador Federico II por medio de pactos con el sultán Al-Kamil, cayó definitivamente. Los templarios se vieron obligados a mudar sus cuarteles generales a San Juan de Acre, junto con otras dos grandes órdenes monástico-militares: los hospitalarios y los teutónicos.
Las posteriores cruzadas (la Cuarta, la Quinta y la Sexta), a las que también se alistaron los templarios, no tuvieron repercusiones prácticas en Tierra Santa o fueron episodios demenciales (como la toma de Bizancio en la Cuarta Cruzada).
En 1248Luis IX de Francia (después conocido como san Luis) decide convocar y liderar laSéptima Cruzada, pero su objetivo ya no es Tierra Santa, sino Egipto. El error táctico del rey y las pestes que sufrieron los ejércitos cruzados condujeron a la derrota de Mansura y a un desastre posterior en el que el propio Luis IX cayó prisionero. Fueron los templarios, tenidos en alta estima por sus enemigos, quienes negociaron la paz y prestaron al monarca la fabulosa suma que componía el rescate a pagar por su persona.
En 1291 se produjo la Caída de Acre, con los últimos templarios luchando junto a su maestre, Guillaume de Beaujeu.Constituyó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa, pero no el fin de la orden, que mudó su cuartel general a Chipre, isla de su propiedad tras comprarla a Ricardo Corazón de León, pero que hubieron de devolver al rey inglés ante la rebelión de los habitantes.
La convivencia de templarios y soberanos en Chipre (de la familia Lusignan) fue incómoda hasta tal punto que la orden participó en la revuelta palaciega que destronó a Enrique II de Chipre para entronizar a su hermano Amalarico. Esto permitió a la orden sobrevivir en la isla hasta varios años después de su disolución en el resto de la cristiandad (1310).

Tras su expulsión de Tierra Santa

Los templarios intentarían reconquistar cabezas de puente para penetrar nuevamente desde Chipre en Cercano Oriente. Fue la única de las tres grandes órdenes de caballería que lo intentó: los hospitalarios y los caballeros teutónicos orientaron sus intereses a otros lugares. La isla de Arwad, perdida en septiembre de 1302, fue la última posesión de los templarios en Tierra Santa. Los jefes de la guarnición o murieron (Barthélemy de Quincy y Hugo de Ampurias) o fueron capturados (fray Dalmau de Rocabertí).
A la postre, este esfuerzo se revelaría inútil, no tanto por la falta de medios o de voluntad como por el hecho de que la mentalidad había cambiado y a ningún poder de Europa le interesaba conquistar los Santos Lugares. Los templarios quedaron aislados. De hecho, una de las razones por las que al parecer Jacques de Molay se encontraba en Francia cuando lo capturaron era su intención de convencer al rey francés para emprender una nueva cruzada.

El final de la orden



El último gran maestre, Jacques de Molay, se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes militares bajo un único rey soltero o viudo (Proyecto Rex Bellator, impulsado por el gran sabio Ramón Llull), a pesar de las presiones papales. El 6 de junio de 1306 fue llamado a Poitiers por el papa Clemente V para un último intento, tras cuyo fracaso, el destino de la orden quedó sellado. , Felipe IV de Francia convenció (o más bien, intimidó) a Clemente V, fuertemente ligado a Francia, de que iniciase un proceso contra los templarios. La corona francesa estaba muy endeudada con la orden, entre otras cosas, por el préstamo que su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada. Ademàs, el rey buscaba un Estado fuerte, con el rey que concentrara todo el poder (frente al de la Iglesia y al de las diversas órdenes religiosas, como los templarios)
En esta labor contó con la inestimable ayuda de Guillermo de Nogaret, canciller del reino, famoso en la historia por haber sido el estratega del incidente de Anagni, en el que Sciarra Colonna había abofeteado al papa Bonifacio VIII. El Sumo Pontífice murió de humillación al cabo de un mes. [cita requerida] También del Inquisidor General de Francia, Guillermo Imberto, más conocido como Guillermo de París; y de Eguerrand de Marigny, quien al final se apoderará del tesoro de la orden y lo administrará en nombre del rey, hasta que se transfiera a la orden de los Hospitalarios.

Entrevistas de radio a Jesús Beltrán Andreu

Entrevistas de radio sobre la publicación de la novela histórica-romántica "Amar al Último Templario"


http://ib3tv.com/carta?type=RADIO


http://www.emisora.org.es/ib3-palma-de-mallorca/



Publicación en el diario Menorca, lunes día 11 de abril de 2016